Por Piero
Ghezzi.
En los últimos meses, conocidos analistas
internacionales han resaltado el riesgo de que la economía China se desacelere
sustancialmente. Esto ha causado gran preocupación local, dado el efecto
sumamente favorable de China sobre la economía peruana.
El efecto del crecimiento chino sobre el peruano es
inequívocamente positivo: fundamentalmente mayores exportaciones a China
(particularmente materias primas) y mayor potencial de inversión china en el
país. En contraste, el efecto del mayor crecimiento de Estados Unidos es
ambiguo: sería neutralizado con política monetaria más restrictiva de la
Reserva Federal.
El riesgo de que China se estanque por mantener un
modelo insostenible no es un tema nuevo. La desaceleración reciente de su
crecimiento y las acciones del nuevo Premier Li Kegiang simplemente reactivaron
la discusión.
Pero la experiencia recomienda circunspección. Sobre
las advertencias acerca de China en los últimos 35 años, el economista
australiano Ross Garnaut comentó: "Los pesimistas son más expertos y
conocidos, pero los optimistas normalmente están en lo correcto".
En las décadas previas a la crisis financiera del
2008, China tuvo dos pilares complementarios en su crecimiento: exportaciones
manufactureras e inversión.
El sector exportador era muy rentable gracias a los
costos laborales y financieros bajos, y un tipo de cambio subvaluado. Las
exportaciones manufactureras requerían, a su vez, de alta inversión que era
financiada por las amplias utilidades corporativas y ahorros de los hogares.
Este modelo de crecimiento, junto con medidas para
aumentar la productividad del agro y mejorar la educación a comienzos de la
década de 1980, permitió un crecimiento anual promedio de 10%, y una reducción
de la pobreza del 85% al 13% entre 1981 y 2008. Sin embargo, el modelo poseía
dos grandes desequilibrios: externo, con cuentas corrientes superavitarias muy
altas; e interno, con alta inversión y bajo consumo.
La desaceleración de la economía mundial luego de la
crisis financiera del 2008 redujo el primer desequilibrio: China pasó de un
superávit en cuenta corriente cercano al 10% del PBI en el 2007 a alrededor del
2% en años recientes.
Sin embargo, el desequilibrio interno se exacerbó.
China compensó la menor demanda externa con un programa de inversiones masivo.
Así, ésta pasó del ya elevado 40% del PBI, a casi 50%. Como la inversión se usó
para generar demanda, y no con criterios técnicos, fue improductiva. La
contraparte fue el aumento del crédito, que pasó del 130% del PBI en 2008 a
200% en la actualidad.
Que China pasó de un crecimiento de 10% a uno de
alrededor de 7.5% es ya una realidad ampliamente asumida. Las incógnitas son si
la desaceleración llega a ser mucho mayor, y cuán duradera sería. Para ensayar
respuestas, tiene sentido diferenciar dos riesgos, no mutuamente excluyentes:
El riesgo de mediano (y largo) plazo es que China se
estanque. China presenta características de los países que lo hicieron en el
pasado. Su estancamiento se daría, además, en conjunto con factores
demográficos negativos, y caída en la inversión y en la productividad.
Naturalmente no está dicho que China se estancará y ya se están tomando medidas
para evitarlo, pero es un riesgo significativo.
El riesgo que más preocupa a analistas
internacionales es que en el corto plazo China se desacelere abruptamente, a
digamos un 3%. Los “aterrizajes” luego de auges crediticios son normalmente
recesivos.
Una desaceleración abrupta en China posiblemente se
evitará. Si bien se han deteriorado, las hojas de balance de los bancos,
hogares y del gobierno se mantienen sólidas y pueden mitigar el círculo vicioso
de contracción de crédito, recesión y malas deudas característico de crisis
financieras. Pero no se puede descartar. Al no ser anticipada, tendría
efectos sustanciales sobre la economía mundial y los precios de materias
primas.
¿Cuál de los dos riesgos es más importante para el
Perú?
El riesgo de un desaceleración china abrupta es
inmediato, pero manejable. El Perú tiene los recursos y la credibilidad
macroeconómica para implementar políticas contracíclicas que limiten sus
efectos. Además, China posiblemente se recuperaría acentuadamente luego
de una desaceleración abrupta pero cíclica.
El riesgo de que China se estanque en el mediano
plazo es el más importante. Comprender esto nos conduce al tema de fondo. Pese
a sus mejoras sustantivas, la economía peruana es todavía poco diversificada.
Un porcentaje sustancial de nuestro crecimiento desde el 2003 es consecuencia
de mejores precios de materias primas. Es improbable que sin el motor
minero-energético el alto crecimiento de la demanda interna pueda
auto-sostenerse.
En los próximos tres años aumentará sustancialmente
la producción minera. Esto podría reducir los efectos de una caída en precios
como consecuencia del estancamiento chino. Pero la menor inversión minera hoy
(50% de la inversión total) afectará el crecimiento en los años subsiguientes.
El Perú tiene sus propios problemas de mediano
plazo, inclusive si China mantuviera un crecimiento alto (“Aprovechando la
Estrecha Ventana de Oportunidad”, http://quesepuedehacerconelperu.blogspot.com/2013/11/aprovechando-la-estrecha-ventana-de.html).
La poca diversificación debe enfrentarse ampliando urgentemente las capacidades
productivas. Por ejemplo, deben crearse burocracias técnicas altamente
especializadas en áreas como educación y lucha contra actividades delictivas.
También se pueden crear clusters productivos. Asimismo, se podría hacer
política comercial más estratégica para que el volumen y la gama de productos
exportados aumenten (“Cómo diversificar la economía”, http://quesepuedehacerconelperu.blogspot.com/2013/11/como-diversificar-la-economia.html).
Afortunadamente estamos a tiempo para hacer ajustes. Si tomamos acción,
las preocupaciones sobre China pueden terminar siendo una buena noticia.
Publicado el 8
de agosto del 2013 en Gestión.
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