Por José
Gallardo y Piero Ghezzi.
Según algunos analistas el Perú tiene una
oportunidad histórica para lograr el desarrollo como consecuencia de dos
factores: (a) el megaciclo económico chino y (b) el “bono demográfico”. El
primer factor es evidente. La importancia económica china creció
sustancialmente luego de su integración a la Organización Mundial de Comercio a
fines del 2001, y al haber logrado un tamaño que le permite ser determinante en
el precio de las materias primas.
El segundo factor es más técnico. La tasa de
dependencia (población dependiente como porcentaje de la población
económicamente activa) estaría positivamente correlacionada con el crecimiento.
La tasa de dependencia peruana caerá en los próximos 25 años y por tanto
favorecería el crecimiento. Sin embargo, la ventana de oportunidad es estrecha
por seis razones:
1) Cambios en China y peligros en la economía
mundial
El crecimiento chino está cayendo de un promedio de
10% durante los 30 años previos a 7-8%. Además, tendrá que depender más de su
consumo doméstico. Ambos cambios resultarán en una menor demanda por minerales.
El modelo chino, liderado por las exportaciones y la
inversión, tiene contrapesos. El sector exportador ya no jala a la economía como
antes. El mundo crece poco, y China ha perdido competitividad. Asimismo, la
inversión está cerca a un insostenible 50% del PBI y existe evidencia de
sobrecapacidad. Las presiones demográficas e inflacionarias también limitarán
el crecimiento.
2) El bono demográfico viene operando hace años
El bono demográfico va a ser un factor positivo para
el crecimiento peruano, pero no más que en el pasado. Existe confusión entre
niveles y tasas. El crecimiento de una economía está asociado con el cambio
en la tasa de dependencia. La tasa de dependencia peruana va a seguir cayendo,
pero la velocidad a la que cae será cada vez menor. Por lo tanto, el factor
demográfico seguirá siendo favorable, pero empujará cada vez menos el
crecimiento.
3) El proceso de crecimiento peruano actual no es
inusual
Hay un número alto de países que en el pasado
experimentaron una aceleración del crecimiento. Sin embargo, sin mejoras
continuas en la política económica, este terminó de manera abrupta.
Un ejemplo vívido es Brasil. Luego de crecer a 2.3%
anualmente entre 1980 y el 2003, la economía se aceleró a 4.5% entre el 2004 y
el 2010. Sin embargo, luego de la primera mitad del primer gobierno de Lula, el
país no redujo sus cuellos de botella productivos. Su crecimiento fue 0.9% en
el 2012 y sería alrededor del 2.5% en los próximos años.
4) Periodos de boom no terminaron bien en el pasado
El Perú ya tuvo procesos de crecimiento alto que no
terminaron bien. Sin soslayar las transformaciones de la economía peruana, el
proceso de crecimiento actual tiene precedentes históricos tanto en duración
como en velocidad.
Seminario y Alva (“Cuando despertemos en el 2062”,
2012), identifican tres periodos de auge previos (1830-1876, 1894-1929,
1943-1976). El crecimiento anual promedio en estos tres periodos fue 3.4%, 5.3%
y 5.1% respectivamente, y duraron 46, 35 y 33 años respectivamente. El auge
actual lleva 20 años con un crecimiento promedio de 5.4%.
Los tres periodos acabaron con un colapso de la
economía. No se canalizó los recursos generados por el sector exportador para
mejorar sustancialmente las capacidades productivas de la economía. En el
periodo actual se ha mejorado, pero todavía hay mucho por hacer.
5) La debilidad institucional dificulta manejar los
booms de recursos naturales
Es común, y hasta natural, preocuparse porque
existan muchos países con vastos recursos naturales que no logran mejorar sus
índices de desarrollo humano. Sin embargo, Mehlum, Moene y Torvik (2005)
indican que los países con recursos naturales han tenido nivel de desarrollo
alto cuando han tenido también instituciones sólidas y altos niveles de capital
humano.
Nuestra institucionalidad macroeconómica es tan
buena como en los mejores países del mundo. En los índices de capital humano,
físico, y de fortaleza institucional (no macroeconómica) estamos a media tabla.
En estos últimos, la diferencia entre Perú y Chile es mayor que la diferencia
entre Chile y los países desarrollados.
6) La desigualdad tiene riesgos
La limitada presencia del Estado en importantes
áreas del territorio, así como la mala distribución y calidad de los servicios
públicos significa que la sensación de mejora es limitada para amplios
segmentos de la población.
Esto puede afectar el crecimiento de dos maneras.
Primero, se podrían activar en el futuro políticas que traten de aliviar el
problema de mala distribución de manera errada. Segundo, la falta de
institucionalidad podría determinar que los reivindicaciones de igualdad se
canalicen de manera informal (tomas de locales, carreteras, etc.) y formal
(operaciones de los gobiernos locales, como regulaciones, prohibiciones,
consulta popular, etc.) que afectan la apropiabilidad de la inversión y por
ello su rentabilidad. Esto reduce la inversión y el crecimiento.
Por lo tanto, se necesitan mejoras en la política
económica...
Entre los factores que pueden causar la
desaceleración del crecimiento, la menor apropiabilidad de la inversión, como consecuencia
de problemas sociales no resueltos, presenta el mayor riesgo. Naturalmente esto
se agravaría si hubiera una mayor reducción en los precios de las materias
primas.
Afortunadamente existen soluciones. Por ejemplo,
para contrarrestar la desaceleración china es necesaria una política comercial
más estratégica. Para diversificar la economía y amenguar la desigualdad, crear
ventajas comparativa con política educativa y crear o consolidar clusters
productivos. En general, para evitar que esta ventana de oportunidad se cierre
sin alcanzar el desarrollo, fortalecer sustancialmente las políticas
económicas.
Publicado el
27 de junio del 2013 en Gestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario